FINALES DE LA EDAD MEDIA
Durante el siglo XV Palencia experimentó un notable crecimiento y prosperidad. La ciudad se expandió hacia el sur y el este. El nuevo recinto amurallado incorporaba la iglesia de San Pablo y los terrenos en torno a la iglesia de San Francisco. Y en los albores del XVI se incorporaban La Puebla de San Lázaro y la zona que se extendían más al sur de la ciudad.
Hacia 1530 la ciudad contaba con 7.168 habitantes.
Carrión también había alcanzado cierta importancia debido a sus ferias y sobre todo a la actividad textil.
En Palencia, la mayor parte de la actividad manufacturera (tejedores, tundidores, pellejeros...), se concentra en el barrio de La Puebla donde trabajaba la mayor parte de los artesanos dedicados a la fabricación de paños.
Durante la Baja Edad Media la administración local creció significativamente. El concejo regulaba el abastecimiento local, la política urbanística, el avecindamiento, la seguridad ciudadana, el mantenimiento de oficios públicos (pregonero, médico, verdugo, campanero, etc.), e incluso la vigilancia de la moral pública.
El concejo palentino fue un caso peculiar en la Meseta castellana: los cargos municipales eran nombrados por el obispo en vez de por el rey, como sucedía en otras ciudades de realengo. Además los oficios municipales, merino, mayordomo, diputados... no eran ocupados de forma vitalicia por caballeros.
El primero de marzo de cada año, la ciudad proponía una lista de candidatos al obispo, el cual seleccionaba cuatro alcaldes y doce regidores.
Los palentinos lucharon por desvincularse del yugo señorial, y aunque no lo lograron, a finales del siglo XV la intervención de la Corona era cada vez mayor y la institución señorial se encontraba muy debilitada.