MIGUEL BERMEJO
OBJETOS METÁLICOS
La luz cegadora que hace aún más
confusas las imágenes de los sueños, la belleza que hay en el dolor, como en un cuento
triste, la ligereza con la que los pájaros se posan en los alambres, el vértigo que las
campanas agitan desde el campanario, pueden, imprevisiblemente, mostrarse en un objeto.
Miramos una forma, ese mueble, y recordamos un perfume; tocamos un metal, una madera, y
quizás oigamos ruido de herramientas, voces infantiles, el paso lento de los animales. No
quiero hacer esculturas. Quiero hacer esos objetos cuya comprensión es inútil, que no
sirven como obras de arte, no valen para adornar salones, y que en realidad,no les cabe
más fortuna que esperar algún fortuito encuentro que les dé sentido.
Objetos
que se resientan al llamarse esculturas.
Quiero hacer objetos conmovedores por su ignorancia e inocencia.
Lo que ocurre es que estos objetos no se inventan, no pueden crearse. Aparecen ellos, ese
es precisamente su don. Nos reconocemos en ellos a través de sensaciones ambiguas y
confusas, sin que podamos decir exactamente cómo, sin saber por que, y sólo podemos
encontrarlos tras una búsqueda ciega y azarosa, intentándolo innumerables veces.