JULIO VEREDAS

 

Hay en la obra de Julio Veredas una simbiosis de romanticismo y sentido lúdico de la creación de formas a partir de imágenes intuidas. Un mundo personal de resonancias mágicas que insinúan su amplia riqueza interior.

Este gótico flamígero de enorme riqueza conceptual hace de sus pasteles, manejados con delicada dulzura, temas de ensoñaciones que invitan a su repetida contemplación.

La evolución de su obra nos habla de trabajo duro y de continua profundización en esas formas arrebatadora5 con las que nos obsequia.

En su haber cuenta con todo ese bagaje creativo, en su debe la ilusión creada hacia su futura obra.

 

 

Agustín Matoses Llanes

 

 

En una época adocenada, donde tan fácil es el encasillamiento de cualquier artista en el claro grupito o como seguidor fiel de determinado nombre, causa sorpresa tropezarse con «hombres islas» que nos inundan el espíritu de sorpresa.

La pintura de JULIO VEREDAS BATLLE es de¡ tipo que no admite la indiferencia. Todas y cada una de sus obras abogan por la belleza, bien desde sus refinadas gamas de color, bien desde la abundancia de formas que se mueven en giros, en algunos casos abrumadores.

Su mundo, sumergido dentro de la creación fantástica ribeteada de surrealismo, nos muestra una amplia gama de registros compositivos que nos hace pensar que si esto es el hoy, el mañana puede y debe ser expléndido.

Es fácil caer en el riesgo literario al comentar la obra de JULIO VEREDAS BATLLE. Sin embargo él posee los mimbres necesarios para cuajarla en solidez; su sentido de los ritmos compositivos nos habla ya de una mente sabia y de una mano de eficaz obediencia, lirlsmo en el color y jugosidad en la composición.

Fuerza, ritmo, color.. son las gemas que adornan una imaginación profusamente rica y joven.

Francisco Sánchez Manso

 

 

 

VOLVER