MARIAN LÓPEZ

Marían López, de raíces y vivencias palentinas - Monzón de Campos - se ha sentido atraída por el arte de la pintura desde sus años de enseñanza primaria y secundaria. Su dedicación actual está inmersa en el estudio de la persona y sus costumbres, vivencias, etc. y en conseguir esa mezcla de color, tono y luz que muestra en la obra que hoy nos presenta, en la que se puede apreciar cómo busca, indaga, persiguiendo el secreto más recóndito y el modo de expresarlo mas eficazmente; penetrando la inteligencia donde no llega el auscultador médico y explorando todos los campos con entusiasta y saltarín afán. En muchos significa este fenómeno deseo vivo de conocimiento, pero en Marian no significa más que deleite aventurero. Las consecuencias no le importan porque si son dolorosas, el nuevo arranque de la futura exploración o intentona borrará el pasado.

Horas habrá un día para iniciar el análisis multilateral que requiere la obra pictórica de Marian para ser debidamente valorada. Su producción al día de hoy, poco abundante, es sin embargo, tan sentida, tan pensada y tan conseguida que parece irrespetuoso aproximarse a ella sin toda serenidad y concentración. Por si esto no bastase, sería suficiente pensar en la finura de sentimientos depositada en sus cuadros. Ahora bien, en cuanto la voluntad de la pintora se enamora del aire y la luz, los cuadros advienen líricos. El aire y la luz establecen la continuidad del espacio, son los encargados de marcarla y para ello se sirven de la infinita modulación de los colores, de los tonos, en sus innumerables grados, consiguiendo lo que llamaríamos "música silenciosa de la vista".