LA QUIEBRA DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y SU INCIDENCIA
EN EL PATRIMONIO
A principios del siglo XIX, y como consecuencia
del cambio de ideas que se produce en Europa tras la Revolución
Francesa, la sociedad caminará hacia un mayor laicismo, reflejado
políticamente en el régimen liberal, y que se traduce desde el
punto de vista del patrimonio eclesiástico en una clara
disminución de las acciones de mecenazgo o donación hacia la
Iglesia.
Las corrientes creativas de inspiración laica
correspondientes al arte de esta época, unidas a la falta de
encargos por parte de los antiguos clientes, se traducía, en todo
caso, en el paso del arte religioso a un lugar muy secundario.
En relación con lo anterior, la calda del
Antiguo Régimen supondrá la abolición del régimen señorial, con
la consiguiente pérdida de los privilegios y derechos
jurisdiccionales por parte de la nobleza. junto a ello, en lo que a
la Iglesia se refiere, las reformas emprendidas por los regímenes
liberales traerían consigo importantes cambios en su estructura y
organización, con la pérdida de potestad de jurisdicción, la
desaparición de un sistema fiscal propio a base de cobro de diezmos
y primicias, la nacionalización y posterior venta del patrimonio
inmueble de la Iglesia -tanto regular como secular- en las sucesivas
Desamortizaciones llevadas a cabo, y la drástica reducción de
órdenes, congregaciones, monasterios y miembros del clero regular.
Todo ello privará a la Iglesia de recursos para
autofinanciarse y, desde el punto de vista artístico,
imposibilitará la generación de una riqueza como la que hasta
entonces habla venido manteniendo.
A este panorama general se añadirá en los dos
últimos siglos el decaimiento paulatino pero inexorable de la
región castellana, con el envejecimiento y disminución de su
población, que llevará primero al cierre de numerosas parroquias
-innecesarias ya para el culto-, y luego a su abandono y ruina
acelerada.
Este hecho ha obligado a la reunión del
patrimonio mueble de las antiguas parroquias y ermitas en un solo
edificio utilizado como museo, a fin de preservarlo frente al
peligro de desaparición por robo -de lo que hay desgraciadamente
abundantes precedentes en nuestra región-, poniéndolo en valor
mediante su presentación museográfica, de lo que Becerril de
Campos constituye un claro ejemplo.
En esta parte del museo se recogen una serie de
piezas procedentes todas de la villa, aunque de muchas de ellas no
exista referencia exacta de su emplazamiento original.
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