Cuando en 1768 se colocó el actual retablo mayor en la Iglesia
de Santa María, pasó a la cabecera de la nave del Evangelio, donde
hoy se ha vuelto a montar, el retablo que desde finales del siglo XV
o los primeros años del siglo XVI había sido el retablo mayor de
la iglesia.
El retablo estaba formado originalmente por pinturas realizadas
por Pedro Berruguete y esculturas realizadas por Alejo de Vahía,
además de la talla arquitectónica. Las pinturas en el cuerpo del
retablo representaban escenas de la vida de la Virgen, y en el
banco, al igual que ocurre en Paredes de Nava, cuatro personajes del
Antiguo Testamento que profetizaron sobre María. En el centro, un
Llanto sobre el Cristo Muerto, entre dos ángeles, con símbolos de
la Pasión. La parte del retablo encomendada a Alejo de Vahía
fueron nueve esculturas. La imagen titular de la Virgen, los
Arcángeles San Miguel y San Gabriel, los Apóstoles Santiago el
Menor y San Felipe, y los cuatro evangelistas.
Años más tarde, hacia 1570, se hicieron unos añadidos al
retablo y seguramente se modificó su distribución original. Al ser
trasladado de la capilla mayor a ésta, en el siglo XVIII,
posiblemente sufriera otras modificaciones, de las que la más
evidente es la mutilación de la tabla central del Llanto sobre el
Cristo Muerto, de la que sólo se ha conservado la parte superior,
para introducir un Yacente de mediocre calidad en su urna.
En 1971 el retablo, al igual que el resto de la iglesia, fue
desmontado tras quedar cerrado al culto el templo con motivo de las
primeras obras de restauración. La actual instalación pretende de
un lado evocar la presencia y la antigua ubicación del retablo, al
tiempo que compagina la posibilidad de ver con más detalle las
tablas que se han bajado de él.
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