LA PLATERÍA
Como material noble puesto al servicio del culto divino, la plata
adquiere marcada importancia en las iglesias españolas, y
singularmente en las castellanas.
Los variados elementos creados para los distintos usos
litúrgicos serán, en gran parte, realizados en ese metal noble,
abarcando una amplia tipología que incluye cruces procesionales,
relicarios, cálices, custodias, crismeras, incensarios, portapaces,
sacras, vinajeras, cruces de altar, etc.
Su factura responde a la evolución de los distintos estilos
artísticos de cada momento, pues el orfebre será un artista más
en su campo, un escultor de miniaturas. Las técnicas utilizadas
fueron esencialmente el cincelado, el repujado y el fundido.
Aunque parte de las piezas permanecen anónimas, normalmente es
posible rastrear su procedencia a través de las marcas que llevan
inscritos en lugares poco visibles, y que solían ser tres: la del
orfebre realizador, la de la localidad en la que se labra la plata y
la del marcador que daba fe de que la calidad del metal se ajustaba
a lo estipulado en la ley, si bien muchas veces esta última marca
no se utilizaba.
El desarrollo de la platería está indisolublemente asociado al
impulso dado a la misma por catedrales, monasterios e iglesias
parroquiales, al que se añadiría las donaciones de la nobleza,
obispos y dignidades eclesiásticas a las iglesias y capillas
privadas, de las que dan fe los escudos de los favorecedores que
aparecen, en ocasiones, sobre las piezas.
Los temas iconográficos serán habitualmente los que
corresponden a los temas evangélicos, singularmente la Pasión,
Virgen y Niño o vidas de santos, desbordándose los motivos con
múltiples estatuillas, incluso de tipo profano, en las custodias.
A partir del siglo XVI, la producción de platería se verá
incrementada por la llegada de la plata americana, el aumento de los
encargos y la institucionalización de las corporaciones de
plateros, con el reconocimiento del orfebre como artista y no ya
como mero oficio mecánico.
En tierras palentinas predominan las obras de los talleres
próximos más importantes, como Burgos y Valladolid -y en menor
número de Palencia capital-, destacando entre los orfebres los
nombres de Diego de Valdivieso, Gaspar Pinto y Pascual Abril, entre
otros, y de las piezas la arqueta eucarística con punzón de la
ciudad de México.
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